jueves, 28 de abril de 2016

¿Qué es Identidad?



    La identidad es la “conciencia de sí mismo” (Torregrosa, J.  pág. 219), es decir, un conjunto único, integrado y coherente de  conceptos que tenemos acerca de nuestros atributos físicos,  psicológicos y sociales (Graig, G., 1997).

La identidad está integrada por dos (2) componentes:

1.- Componente Cognitivo (autoconceto)
2.- Componente Afectivo (autoestima)



¿Qué es el Autoconcepto?



     Por su parte, el autoconcepto (componente cognitivo de la identidad) puede definirse como las imágenes, los pensamientos que el individuo tiene de sí mismo, y engloba, por tanto, la totalidad de actitudes que tenemos hacia nuestro “yo” como un objeto.  (Rosemberg, 1979).

¿Qué es la Autoestima?



       “La autoestima es la evaluación que hace el individuo sobre su propia competencia, habilidad, actividad y personalidad. Es la valoración que 
hacemos de nosotros mismos. La autoestima es un juicio personal de mérito, que adquiere significado en las actividades y conductas que comunicamos a otra  personas mediante reportes verbales y otras conductas expresivas  abiertas” (Coopersmith, 1967).

       Es lo que cada uno de nosotros siente por si mismo; la medida  en que nos agrada nuestra propia persona en particular.  La autoestima abarca el aspecto valorativo, es el componente  afectivo de la identidad. La autoestima es aprendida, por ende cambiante y dinámica.

Relación entre Identidad y Autoestima

 

       
    Se podría decir, entonces, que la identidad es la sumatoria del  autoconcepto (componente cognitivo) y de la autoestima (componente afectivo), es decir, las ideas y creencias que tenemos  hacia nosotros mismos y el valor que nos otorgamos a partir de las  mismas.

     Tanto la identidad como la autoestima se van formando a lo  largo de la vida en una interrelación entre la realidad individual o  interna (psiquismo) y la realidad externa, sea esta social, cultural,  económica de la cual somos partícipes a través de la socialización,  primero por la familia y luego por otros estratos de la sociedad en los  cuales nos toca interactuar. De esta manera la identidad y la autoestima se van  ajustando permanentemente.


Importancia de la Identidad y la autoestima en el proceso evolutivo


      
       Durante el proceso evolutivo se sufren una serie de crisis que  no representan catástrofes sino ruptura de la continuidad o lo que es  lo mismo modificaciones que te llevan a dejar algunas cosas y a  adoptar otras.  Así,  durante toda nuestra vida sufrimos cambios que  nos conllevan a algunas pérdidas, por ejemplo, cuando entramos a la adolescencia y dejamos de tener ciertos privilegios de niños, ó  cuando dejamos la universidad para ir a buscar trabajo, ó cuando  dejamos el trabajo para quedarnos en casa producto de la jubilación.  Todas estas pérdidas son necesarias para el curso de la vida y para lo  cual es imprescindible que nos adaptemos y es allí donde la identidad y la autoestima permiten que el adulto mayor llegue a  la vejez satisfactoriamente.

        Siguiendo con este orden de ideas, las crisis generan cambios,  uno no puede ser igual desde que nace hasta que muere, pero si se  puede mantener la misma identidad porque ésta se conserva a  través de los cambios.

     Por lo general, cada vez que cumplimos años ó enfrentamos  alguna muerte cercana, ó al casarse un hijo ó al tener un nieto, ó al  llegar la jubilación, nos hacemos las mismas preguntas que en la  adolescencia ¿Quién soy yo? ¿Cómo soy? ¿Qué he cambiado? ¿Hacia  dónde voy?, lo cual no es más que la confirmación de nuestra 
identidad y con ella el valor que nos otorgamos, la autoestima.


       Anteriormente se dijo que la identidad tiene un componente  cognitivo, el cual se forma conjuntamente con los otros…  por lo tanto  como actores sociales desempeñamos roles que nos identifican y  forman parte fundamental de nuestra identidad. 



Importancia de la Identidad y Autoestima en la Vejez



       Por eso, al llegar a la vejez y con ella la jubilación sufrimos la  pérdida del rol social, pues por algunos años uno se identificaba como  “soy trabajador de…” “soy gerontólogo…” “soy ama de casa…” “soy…”  y ese “soy” representaba una parte de la identidad.

     También ocurren cambios físicos que hacen que te veas  distinto.  El cuerpo y la imagen que de él se percibe muestran  transformaciones que al principio se viven como ajenas hasta que se  las incorpora (canas, arrugas, piel no tan tersa, motilidad disminuida,  cansancio más fácil, disminuciones al nivel sensorial, cambio en la  potencia sexual, cambios en la memoria, entre otros).  Por tal razón,  es conveniente conocerlos y posicionarse en este período, aceptando  esas limitaciones.
Indudablemente que estos hechos que marcan inexorablemente  el paso del tiempo y hacen sentir las pérdidas: hijos que se van,  muertes más o menos cercanas, muertes que muchas veces nos  acercan a la propia, hacen que el adulto mayor se sienta sacudido en su identidad.